Ayer me levanté a mi hora predilecta, que es cuando no pongo despertador y duermo hasta que mi estómago reclama atención. Me animé a hacer Cachapas, es decir, tortitas de maíz dulce, son un plato típico de Venezuela y son excelentes para un brunch dominguero.
Como siempre hice la mezcla: maíz dulce, leche y un poquito de harina de maíz para darle consistencia, también se le puede poner un huevo (por supuesto que ésta es la versión urbana-europea de la receta, en Venezuela solía comprar el maíz natural molido y no necesitaba harina de ningún tipo. Y en el campo ni se diga)
Saqué una sartén y la puse a calentar, ya caliente puse un poquito de aceite, repasando la superficie con una servilleta y procedí a verter la mezcla suficiente para una Cachapa pequeña. Primer intento fallido, la mezcla se pegó a la superficie, no pude darle la vuelta, se quemó y se formó un masacote enegrecido. Lo despegué todo lo que pude y lo tiré a la basura y la sartén al lavaplatos con agua para que se remojara.
Saqué otra sartén, esperé que se calentara y repetí la operación: aceite-mezcla. Me costó poder despegarla para darle la vuelta, ya estaba quemándose pero me negaba a tirar más mezcla a la basura, como pude la despegué y le di la vuelta. Se volvió de nuevo una bola, la aplasté para darle forma. Pensé que quizá la masa estaba demasiado aguada, corregí con un poco más de harina. Tercer intento, se vuelve a pegar aunque menos, como la anterior pude salvarla, pero la mezcla estaba demasiado espesa, le pongo un chorrito de leche.
Cuarto, quinto, sexto. séptimo intento, salieron un poco chamuscadas y con dudosa forma redondeada, pero comibles. Yo estaba asada de calor y un poco frustrada porque no estaban bonitas "bueno, es lo que hay" me dije , con el hambre que tenía ya importaba poco la estética.
¿Qué fue lo que falló? otras veces había sido más fácil, pensé. Sí, obviamente ha sido la sartén.
Me puse a pensar entonces en todas las veces que una idea sale torcida o que nos cuesta un montón y -aunque acabamos realizándola- no estamos del todo conformes.
Por un lado está la autoexigencia de "hacerlo bien" en lugar de experimentar simplemente el hacer y por el otro las circunstancias en las que la idea se desarrolla, es decir, la sartén.
La sartén puede ser una relación afectiva, un trabajo, un país, un grupo, un sistema, un tiempo o hechos determinados, etc. que pueden obstaculizar o facilitar el desarrollo y materialización de una idea. No se trata de que sea una mala idea (que también las hay) sino que las circunstancias no están a favor y hay que enfrentarse a esa realidad para cumplir el objetivo que nos hemos propuesto.
Entonces ¿ tengo que esperar que las circunstancias sean favorables? puede que sí, pero también puede que nunca lo sean, por lo que hay que trabajar con lo que hay para no postergar indefinidamente la acción y en la medida de lo posible encontrar una sartén que facilite el trabajo y dejar de lado el látigo de la autoexigencia. Puede que no quede como queremos, pero todo proceso es susceptible de mejorar y lo más importante es aprender progresivamente de la experiencia.
Entonces, cuando quieras llevar a cabo una idea mira también qué tipo de sartén necesitas para cocinarla, ponla a fuego lento, ármate de paciencia y sé amable contigo misma, porque lo estás intentando.
¡ A cocinar!
PD: si eres cocinillas y te gustaría probar hacer cachapas, aquí te dejo una receta muy fácil ¡A ver que tal te salen!
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